En la Iglesia La Travesía PCA bautizamos a dos grupos de personas. El primero está formado por hombres, mujeres y adolescentes que han demostrado una fe genuina en Jesucristo y un deseo de unirse a la familia de la iglesia. El segundo grupo está formado por bebés y niños pequeños que son hijos de los miembros de nuestra iglesia.

“¿Por qué bautizamos bebés y niños que aún no han hecho una profesión de fe pública en Cristo?”

La respuesta simple a esta pregunta es que si bien creemos firmemente que este no es un tema que deba dividir a los cristianos, estamos convencidos de que tanto la Biblia como la historia de la iglesia primitiva apoyan la práctica del bautismo de familias enteras, que incluye bebés y niños.

¿Cuál es la naturaleza del bautismo?

La persona bautizada no realiza la acción, sino que la acción realizada por Dios en el sacramento genera un resultado en ella.

El Nuevo Testamento describe el sacramento del bautismo en sí mismo como una declaración de Dios hacia y sobre la persona que es bautizada. Quien es bautizado recibe esta declaración de manera pasiva. Es decir, no es una declaración de esa persona sobre sí misma. La persona bautizada no realiza la acción, sino que la acción realizada por Dios en el sacramento genera un resultado en ella (Mat. 28:18–20; Hech. 2:37–42; 8:16; 35–38). Es decir, amamos a Dios “porque él nos amó primero” (1 Jn. 4:19).

Cuando alguien es bautizado, Dios pone en él un símbolo y un sello de su unión con Cristo. Esto es, de ahora en adelante la persona bautizada tiene disponible, por la fe, la promesa de una relación con Dios a través de Cristo. El bautismo de niños concuerda perfectamente con tal comprensión de la naturaleza de este sacramento.

 

Justificación Bíblica

El pacto de gracia de Dios (su promesa de ser nuestro Dios y recibirnos a nosotros como Su pueblo), de una manera misteriosa que no podemos comprender, se extiende a los hijos de los creyentes. Por lo que, creemos que los niños participan en la señal del pacto, que en el Nuevo Testamento es el bautismo.

En el Nuevo Testamento, el bautismo reemplaza a la circuncisión como señal del pacto.

• Colosenses 2:11-12 enseña que el bautismo es la expresión completa de la circuncisión. El pacto de circuncisión requería que los niños varones fueran circuncidados al nacer (Gen. 17:12), y este pacto funcionaba como un pacto eterno (Gen. 17:13). La circuncisión física claramente ya no está en vigor (Gal. 6:11-18), pero el pacto al que esta representa todavía está en vigor (Rom. 2:29). La nueva señal exterior de este pacto "eterno" con los creyentes y sus hijos es el bautismo (Col. 2:11-12). Por lo que creemos que el bautismo debe administrarse a los hijos de padres creyentes.

• Hechos 2:38-39 describe el bautismo usando prácticamente el mismo lenguaje y términos con los que Génesis 17:9-14 describe la circuncisión. La promesa relacionada con el bautismo en Hechos 2:38-39 incluye explícitamente a los hijos de los creyentes, al igual que la promesa relacionada con la circuncisión en Génesis 17:9-14. En ningún momento se hace mención de una edad requerida o profesión de fe con respecto a tales niños. Si rechazáramos el bautismo de niños sobre la base de que una señal que implica fe nunca debe darse hasta después de que la fe esté presente, también tendríamos que rechazar la legitimidad de la circuncisión en Génesis 17:9-14.

• Así como la circuncisión era un requisito para las familias enteras del Antiguo Testamento (Gen. 17:10, 12-13), también lo era el bautismo para familias enteras del Nuevo Testamento, donde queda implícito que se bautizaban niños (en el caso de Lidia, Hech. 16:15, el carcelero de Filipos, vv. 33-34; o Estéfanas, 1 Cor. 1:16). No existe ningún pasaje bíblico que diga que bebés o niños estén excluidos de ser bautizados como miembros de una familia, excepto en el caso del eunuco etíope, quien obviamente no tuvo hijos.

• La justificación bíblica para la presentación de niños es mucho más débil que la de el bautismo de niños. Los ejemplos bíblicos de la dedicación de Samuel, Sansón y Juan el Bautista al "nazareo" (1 Sam. 1:11, 24-28, Núm. 6:1-21; Jue. 13:3-5; Luc. 1:13-17) nunca son presentados como patrones a seguir por todos los Israelitas ni los hijos de los creyentes en el Nuevo Testamento. En cambio, sí se nos presenta la circuncisión como el símbolo de entrada a la comunidad del pacto (Gen. 17:9-14). En este sentido, un niño israelita siempre era circuncidado pero no necesariamente dedicado. El peso de la evidencia bíblica favorece el bautismo de niños debido a la continuidad entre la circuncisión y el bautismo como signos de entrada en la comunidad del Pacto. Por otro lado, la presentación de Jesús en el templo a los 41 días de nacido (Luc. 2:22-24) fue llevada a cabo como un cumplimiento de la ley ceremonial requerida únicamente para hijos primogénitos varones (Ex. 13:2, 15). Esta ley ceremonial también incluía la purificación de la madre (Lev. 12:37). Los servicios cristianos de presentación de niños no cumplen con estos requisitos ceremoniales, ¡ni deberían!, porque el sistema de sacrificios del Antiguo Testamento se cumplió con el sacrificio de Cristo en la cruz. 

En el Nuevo Testamento, los hijos de los creyentes eran considerados miembros de la comunidad del pacto.

• En Efesios 6:1-4 y Colosenses 3:20-21, Pablo se dirige a los niños (del griego tekna, que significa "niño") como creyentes en Cristo. Les habla como lo haría a cualquier santo, independientemente de su edad.  Los niños en la iglesia no son tratados como paganos a ser evangelizados, sino como miembros del pacto que deben su lealtad a Cristo.

• En 1 Corintios 7:14, Pablo se refiere a los hijos (tekna) de los creyentes como "santos" (que significa apartados para Dios). La palabra traducida como "santo" (hagia) es exactamente la misma palabra usada en otros lugares por los apóstoles en referencia a los creyentes (traducida como "santos" - ver por ejemplo Efesios 1:1). La suposición del Nuevo Testamento, entonces, es que los hijos de los creyentes deben ser considerados y tratados como creyentes a menos que, o hasta que, demuestren que son violadores del pacto.

• El Nuevo Testamento se refiere al nuevo pacto como mejor que el antiguo (Heb. 7:22; 8:6), en parte porque es más inclusivo en lugar de menos inclusivo. Dado que los bebés recibían la señal del antiguo pacto, si no se les diera la señal del nuevo pacto, haría al nuevo pacto menos inclusivo que el antiguo.

Justificación Histórica

Existe vasta evidencia histórica de que el bautismo de familias enteras era la práctica común en la iglesia primitiva.

• Ireneo (un discípulo de Policarpo, quien fue a su vez discípulo del apóstol Juan) habla del bautismo de niños como una práctica universal en la iglesia.

• Tertuliano (finales del siglo II) reconocía la práctica del bautismo de niños como la costumbre en la iglesia en todo lugar.       

• Orígenes (siglos II y III) habla del bautismo de niños como una práctica que la Iglesia había recibido de los Apóstoles.

• Siendo este el caso, si el bautismo de familias enteras (y en consecuencia de niños) no hubiera sido la práctica de la iglesia del Nuevo Testamento, entonces deberíamos llegar a la conclusión de que una reversión total de la práctica de la iglesia primitiva ocurrió inmediatamente después de la muerte del último apóstol. Debido a que no hay evidencia bíblica ni extrabíblica que indique ningún debate sobre este tema en el primer o segundo siglo, tal inversión es extremadamente improbable. Concluimos esto en gran parte porque hay una gran cantidad de documentación sobre prácticamente todos los demás debates teológicos y/o llamadas “herejías” para este tiempo en la iglesia primitiva. 

En resumen, ¿Qué significa el bautismo de niños?

Un símbolo externo de las promesas de Dios a los hijos de los creyentes. Según la Palabra de Dios, el bautismo simboliza la promesa de Dios de que dará su Espíritu a los creyentes y a sus hijos. Entendemos que esto significa dos cosas: Primero, que el niño estará expuesto al obrar del Espíritu cuando sea criado en una familia e iglesia donde se enseñe y viva la Palabra de Dios. En segundo lugar, los padres del niño podrán esperar en Dios con expectación por la salvación de su hijo, ya que el niño será educado en los caminos del Señor.

Una señal externa de la inclusión del niño en la comunidad del pacto. Como la circuncisión, en la Palabra de Dios el bautismo representa la inclusión del niño en la comunidad del pueblo de Dios. En virtud de su bautismo, el niño se convierte en un "miembro no comulgante" de la iglesia (persona que no toma la Santa Cena) y tiene derecho a todos los beneficios espirituales de un miembro de la iglesia, excepto a (1) recibir la Cena del Señor, que requiere primero una profesión de fe, y a (2) votar como miembro de la iglesia.    

 

Nuestra posición sobre el bautismo de niños no refleja la creencia de que el bautismo en sí mismo salva a un niño.

Para ser salva, toda persona debe poseer una fe personal en Jesús como Salvador y Señor. Las semillas iniciales de la fe pueden estar o no en unión cronológica con el momento del bautismo. Cuando un niño hace una profesión de fe en algún momento después del bautismo, ese es el momento en el que surte pleno efecto el bautismo y todo lo que este significa. Hasta llegar ese momento, el bautismo del niño se considera un signo de la inclusión de este en la comunidad de la iglesia en virtud de la fe de sus padres y la promesa de Dios de ser "su Dios, y el Dios de sus hijos".

Creer en el bautismo de niños no es una condición para ser miembro de esta iglesia.

En La Travesía exhortamos y alentamos al bautismo de familias enteras porque estamos convencidos de la enseñanza bíblica que apoya esta práctica, pero no lo exigimos a quienes no lo creen. Los padres que no están convencidos de nuestra posición no están obligados a bautizar a sus hijos para ser miembros de la iglesia plenamente activos y plenamente recibidos, y de ninguna manera serán presionados para que así lo hagan. Este es un tema sobre el que estamos felices de no estar de acuerdo sin que sea ​​un obstáculo para la comunión cristiana. 

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