Lectura Antifonal

Líder:  Han visto a Jesús entrar a Jerusalén esta semana. Batieron las palmas y clamaron.

Todos:  ¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito es el que viene en el nombre del Señor! ¡Hosanna en los cielos!

Líder:  Ustedes se sentaron con él en el aposento alto. Le permitieron que él lavara sus pies. Y luego él   les dijo: “Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él. Poco tiempo me   queda para estar con ustedes. Este mandamiento nuevo les doy: que se amen los unos a los   otros. Así como yo los he amado, también ustedes deben amarse los unos a los otros.”

Todos:  ¿Y a dónde vas, Señor?

Himno de Apertura

Lectura de la Palabra

Éxodo 12:1-12

En Egipto el SEÑOR habló con Moisés y Aarón. Les dijo: «Este mes será para ustedes el más importante, pues será el primer mes del año. Hablen con toda la comunidad de Israel, y díganles que el día décimo de este mes todos ustedes tomarán un cordero por familia, uno por cada casa. Si alguna familia es demasiado pequeña para comerse un cordero entero, deberá compartirlo con sus vecinos más cercanos, teniendo en cuenta el número de personas que sean y las raciones de cordero que se necesiten, según lo que cada persona haya de comer. El animal que se escoja puede ser un cordero o un cabrito de un año y sin defecto, al que cuidarán hasta el catorce del mes, día en que la comunidad de Israel en pleno lo sacrificará al caer la noche. Tomarán luego un poco de sangre y la untarán en los dos postes y en el dintel de la puerta de la casa donde coman el cordero. Deberán comer la carne esa misma noche, asada al fuego y acompañada de hierbas amargas y pan sin levadura. No deberán comerla cruda ni hervida, sino asada al fuego, junto con la cabeza, las patas y los intestinos. Y no deben dejar nada. En caso de que algo quede, lo quemarán al día siguiente. Comerán el cordero de este modo: con el manto ceñido a la cintura, con las sandalias puestas, con la vara en la mano, y de prisa. Se trata de la Pascua del SEÑOR. »Esa misma noche pasaré por todo Egipto y heriré de muerte a todos los primogénitos, tanto de personas como de animales, y ejecutaré mi sentencia contra todos los dioses de Egipto. Yo soy el SEÑOR.

Meditación: La Cena de la Pascua

Lectura Antifonal

Líder:  A donde voy, ustedes no pueden seguirme. Pero me seguirán luego que acabe.

Todos:  Señor, ¿Por qué no podemos seguirte? Daremos nuestra vida por ti.

Líder:  ¿Darán sus vidas por mí? La verdad es que antes de que cante el gallo me habrán negado tres veces.

Todos:  Aun si tuviéramos que morir contigo, ¡nunca te negaremos!

Himno de Respuesta

Lectura de la Palabra

Lucas 22:7-20

Cuando llegó el día de la fiesta de los Panes sin levadura, en que debía sacrificarse el cordero de la Pascua, Jesús envió a Pedro y a Juan, diciéndoles: —Vayan a hacer los preparativos para que comamos la Pascua. —¿Dónde quieres que la preparemos?—le preguntaron. —Miren—contestó él—: al entrar ustedes en la ciudad les saldrá al encuentro un hombre que lleva un cántaro de agua. Síganlo hasta la casa en que entre, y díganle al dueño de la casa: “El Maestro pregunta: ¿Dónde está la sala en la que voy a comer la Pascua con mis discípulos?” Él les mostrará en la planta alta una sala amplia y amueblada. Preparen allí la cena. Ellos se fueron y encontraron todo tal como les había dicho Jesús. Así que prepararon la Pascua. Cuando llegó la hora, Jesús y sus apóstoles se sentaron a la mesa. Entonces les dijo: —He tenido muchísimos deseos de comer esta Pascua con ustedes antes de padecer, pues les digo que no volveré a comerla hasta que tenga su pleno cumplimiento en el reino de Dios. Luego tomó la copa, dio gracias y dijo: —Tomen esto y repártanlo entre ustedes. Les digo que no volveré a beber del fruto de la vid hasta que venga el reino de Dios. También tomó pan y, después de dar gracias, lo partió, se lo dio a ellos y dijo: —Este pan es mi cuerpo, entregado por ustedes; hagan esto en memoria de mí. De la misma manera tomó la copa después de la cena, y dijo: —Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que es derramada por ustedes.

Meditación: La Última Cena

Lectura Antifonal

Líder:  Él fue arrestado. Lo siguieron en el juicio. Y cuando vinieron a ustedes, y les dijeron, “¿Acaso eres tu uno de sus discípulos también?

Todos:  No lo somos.

Líder:  ¿Estas seguro que no eres uno de sus discípulos?

Todos:  No lo somos.

Líder:  Te reconozco. Definitivamente tu eres uno de sus discípulos.

Todos:  No lo somos.

Líder:  ¿Estas seguro que no eres uno de sus discípulos?

Todos:  Maldición sobre nosotros si mentimos. ¡No conocemos a este hombre!

Himno de Respuesta

Lectura de la Palabra

Lucas 23:26-49

Cuando se lo llevaban, echaron mano de un tal Simón de Cirene, que volvía del campo, y le cargaron la cruz para que la llevara detrás de Jesús. Lo seguía mucha gente del pueblo, incluso mujeres que se golpeaban el pecho, lamentándose por él. Jesús se volvió hacia ellas y les dijo: —Hijas de Jerusalén, no lloren por mí; lloren más bien por ustedes y por sus hijos. Miren, va a llegar el tiempo en que se dirá: “¡Dichosas las estériles, que nunca dieron a luz ni amamantaron!” Entonces »“dirán a las montañas: ‘¡Caigan sobre nosotros!’, y a las colinas: ‘¡Cúbrannos!’ ” Porque si esto se hace cuando el árbol está verde, ¿qué no sucederá cuando esté seco? También llevaban con él a otros dos, ambos criminales, para ser ejecutados. Cuando llegaron al lugar llamado la Calavera, lo crucificaron allí, junto con los criminales, uno a su derecha y otro a su izquierda. 34 —Padre—dijo Jesús—, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Mientras tanto, echaban suertes para repartirse entre sí la ropa de Jesús. La gente, por su parte, se quedó allí observando, y aun los gobernantes estaban burlándose de él. —Salvó a otros—decían—; que se salve a sí mismo, si es el Cristo de Dios, el Escogido. También los soldados se acercaron para burlarse de él. Le ofrecieron vinagre y le dijeron: —Si eres el rey de los judíos, sálvate a ti mismo. Resulta que había sobre él un letrero, que decía: «Éste es el Rey de los judíos.» Uno de los criminales allí colgados empezó a insultarlo: —¿No eres tú el Cristo? ¡Sálvate a ti mismo y a nosotros! Pero el otro criminal lo reprendió: —¿Ni siquiera temor de Dios tienes, aunque sufres la misma condena? En nuestro caso, el castigo es justo, pues sufrimos lo que merecen nuestros delitos; éste, en cambio, no ha hecho nada malo. Luego dijo: —Jesús, acuérdate de mí cuando vengas en tu reino. —Te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso—le contestó Jesús. Desde el mediodía y hasta la media tarde toda la tierra quedó sumida en la oscuridad, pues el sol se ocultó. Y la cortina del santuario del templo se rasgó en dos. Entonces Jesús exclamó con fuerza: —¡Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu! Y al decir esto, expiró. El centurión, al ver lo que había sucedido, alabó a Dios y dijo: —Verdaderamente este hombre era justo. Entonces los que se habían reunido para presenciar aquel espectáculo, al ver lo ocurrido, se fueron de allí golpeándose el pecho. Pero todos los conocidos de Jesús, incluso las mujeres que lo habían seguido desde Galilea, se quedaron mirando desde lejos.

Meditación: La Crucifixión

Lectura Antifonal

Líder:  Entonces Jesús fue entregado a Pilato. “¿Y que debo hacer con este Jesús que es llamado el Cristo, el Mesías?”

Todos:  ¡Crucifíquenlo!

Líder:  No veo una razón para crucificarle. ¿Por qué no lo dejan ir?

Todos:  ¡Crucifíquenlo!

Líder:  Pues aquí está su “rey”.

Todos:  —¡Que su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos!—

Momento de Contemplación

Himno de Respuesta

La Mesa del Señor                                                 

PALABRAS DE INSTITUCIÓN

Oración para el no-participante: “Señor, reconozco que no descanso exclusivamente en ti como te ofreces en tu evangelio. Pero, por favor, dame ánimo para explorar más llas verdades de las Escrituras o rendirme por completo ante ti. Dame un amigo con quien pueda expresar mis dudas y conocerte más. Amén.”

Himno de Clausura